El jardín de infantes es un espacio privilegiado para poder crecer,
desplegar las capacidades y la personalidad de cada niño. En muchos casos es el
primer gran encuentro en el que interactúan con otros niños de su edad y con
otros adultos en circunstancias distintas a las de su hogar.
En general es bien aceptado por todos los actores: el
niño, los docentes y los papás y aquí tiene mucho que ver como se fue
introduciendo familiarmente el tema, que actitudes observa el niño en sus
referentes más significativos: sus
padres.
¿Cómo vivencian ellos este momento?, ¿Lo toman con alegría y están bien
dispuestos o este nuevo paso en la vida de su hijo es vivido como una “pérdida”? ¿Qué información le brindan al respecto?, ¿Es el primer hijo y ésta
será la primera experiencia o ya han atravesado por ella con otros hijos?, ¿Es
vivido con ansiedad y angustia o lo ven como algo positivo y enriquecedor?.
Es decir, si esto no es bien manejado en el seno mismo de la familia, este primer encuentro con esa realidad a veces muy distinta a la que el niño ha tenido hasta el momento, puede ser fuerte y generar resistencias, por parte del niño o de los mismos padres para que éste concurra o permanezca en el jardín.
Es decir, si esto no es bien manejado en el seno mismo de la familia, este primer encuentro con esa realidad a veces muy distinta a la que el niño ha tenido hasta el momento, puede ser fuerte y generar resistencias, por parte del niño o de los mismos padres para que éste concurra o permanezca en el jardín.
Para ello se ha implementado el “período de adaptación”
que permite ir avanzando paulatinamente en ese nuevo espacio-jardín. Adaptación
que se dá en varios sentidos: para el niño, los padres, los docentes y los
directivos.